Entre palabras y fiestas, risas y bebidas…Teníamos la mala costumbre de vivir nuestros amoríos nocturnos con rostros diferentes cada fin de semana y luego, actuar como desconocidos y enamorarnos nuevamente…
Ninguno de los dos llego a imaginar que así de tentador serían nuestros amoríos sin rostro fijo, así de provocativos y satisfactorios en la cama, el solo vernos nuevamente en la casa, sí, esa casa que habíamos comprado juntos con tanto cariño era ahora lo único que nos unía y nos obligaba nuevamente a vernos… Las ideas se nos habían acabado, ya no era algo necesario el querer abrazarla o siquiera acariciarla con cariño… El deseo ya no nos unía…
¿Qué deberíamos hacer?, nuevamente la pregunta del millón… Así es, habíamos aceptado tener dicha costumbre con tal condición de volver a estar juntos a pesar de todo… Pero, solo nuestros ojos se cruzaban y en nuestro rostro reflejábamos que ya todo estaba acabado…
Duramos días sin saludarnos… ya ni siquiera salíamos de fiesta, la costumbre se había roto y nuestra relación también…
Un día, como todos los demás en nuestras vidas, decidimos charlar… pero por más que pensábamos, no había nada de qué hablar, sabíamos todo el uno del otro, gustos, enojos, actitudes, deseos… estábamos aburridos de todo ahora, estábamos perdidos en un rincón de nuestra curiosidad.
“¿Amor?”... Fue lo único que se me ocurrió decir, y la sensación fue escalofriante y extraña…
“¿Sí cariño?”… En definitiva, mi mente ya no asociaba las palabras… ¿Amor? ¿Cariño?... ¿Eso, qué es?. “¿Qué tal han estado tus días, todo va bien, de maravillas?” – “Sí, todo va de maravillas”- “Me alegra…” – “¿Te alegra?, ¡Ah sí! Cierto… debo irme”… “¡ESPERA!” “¿Qué sucede?” ¿Qué sucede?, en efecto, qué es lo que sucede… no tenía respuesta alguna a la pregunta, estaba igual de perdido a ella o quizás, yo era el único tratando de cumplir la promesa… Ante tal incógnita nueva en mi cabeza, no hice más que soltarla y dejarla irse por esa puerta negra que tanto le gustaba, muy en el fondo temía en no volver a verla, a pesar de ya no tener nada con ella, ni sentir nada por ella, mi corazón temía cada vez que cruzaba esa vieja puerta de madera negra… ¿Era la costumbre quizás de verla siempre a mi lado lo que hacía que temiera no volver a verla? No, definitivamente, eso sería absurdo…
Después de tomar la ducha, seguí directo a la cocina para tomar algo de café, y no tardó mucho en sonar el timbre. “¡Elizabeth!, ¿cómo has estado?” – “De maravillas amorcito” “¿Qué es eso? ¿Café?, Ah, no, no, no, nada de eso!, tienes que cuidarte, sabes que el café te hace mucho daño”
“Vale, ya lo dejo” -“Amorcito, vamos a tomar fotos hoy”-“¿Ésta vez a dónde?” – “¿Por qué no vamos por ahí, le robamos la billetera a un anciano, y le tomamos fotos mientras nos persigue?” – “ (Risa) Me parece maravilloso, ya me alisto”
Luego al salir de la casa, ocurrió lo que ahora se solía observar, mi antiguo amor, y aquél que decía era verdadero e infinito, llegaba de su paseo matutino de las mañana y me veía ahora feliz y sonriendo con Elizabeth
… Ella ignorando lo que pasaba, y yo preocupado por el dilema que ahora vivíamos, seguimos nuestro recorrido, ella a la casa a leer, yo a pasear con Elizabeth en el parque y tomar las reacciones que vivían las personas ante nuestras acciones…
Al llegar al parque
Elizabeth vio a un hombre de edad que vestía una inconfundible y muy llamativa camisa roja y fue entonces cuando de la nada, tiro su cámara hacia mí y salió corriendo a molestar al señor… ella como de costumbre, me hacía muecas para que tomara las fotos y yo accedía felizmente a sus deseos, sin embargo, algo inesperado paso, y la policía apareció, Elizabeth entre su angustia y goce me agarro del brazo y echamos a correr, era una locura de niños, “Tenemos que salir rápidos de aquí, o papá me matará” – “¿Qué planeas hacer Elizabeth?” –“Mmmm no lo sé, ah! Ya sé, ¿si ves eso?”
“Ya sabes qué hacer amorcito, tengo las llaves con migo, esa moto es del viejo”… “Tu manejas y yo tomo fotos” Así duramos, siendo perseguidos por su padre durante 3 horas, así eran mis días ahora, siempre iniciábamos con una locura, y luego con un bello romance en un lugar campestre a las afueras de la ciudad. Luego, la noche volvía y yo retornaba de nuevo a mi “dulce hogar” solo que ésta vez, llegaba con una Harley, y allí estaba, sentada mirando por la ventana mientras se toma un café, sin decir nada, sin notar siquiera mi presencia, sus ojos se concentran en la distancia de lo que ve, mientras trata de protegerse del frio de la noche…
Nuevamente la sensación me mataba, su presencia me molestaba y sin más, no pude resistir, de la nada, mi cuerpo se movió y se dirigió hacia ella, aquella que no decía nada y no hacía nada, y así mismo, como si nada, no pude hacer más que abrazarla y ser abrazado como un niño en su cuna mientras caía en llanto por haberle fallado.
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