Eran a penas las 11:00 pm en mi reloj, el horario nocturno de las otras personas me tenían sin cuidado, los segundos que mi reloj marcaban eran los segundos que mi tiempo de vida recorría con cada brisa e intensidad comunicativa entre experiencia y mentiras adornadas.
El camino rocoso y empiedra maltrataban mis pies descalzos los cuales yo adoraba y cuidaba mucho antes de ser cubiertos por un manto delgado y amargo, caluroso y refinado proveniente de un ser amado.
El reloj ahora marcaba las 12:00 am del siguiente día, mi cuerpo yacía sobre la pradera muerta memorizando la ubicación de las estrellas, estrellas que mi cuerpo ya no reconocería con sus sentidos sino con sus pensamientos, pensamientos deteriorados por un amargo recuerdo...
"Mi alma, era arrastrada delicadamente por las manos más finas del mundo, las manos de una madre que me dio a luz una vez y ahora venía por mi vida cantando entre dientes nuestra canción de cuna, nuestra dulce melodía..."
Pensares tallados en tinta sobre una fina tela de hoja blanca y amarillenta por el pasar de los años,
ello decía la carta, la carta que tenía sujeta en mi mano, quién le dio vida a mi tiempo y segundos a mi reloj de la experiencia, ahora yo soy un alma, un alma que divaga entre los pensares de otra alma que marca con ésto un rompecabezas...
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